En Siria Bashar al-Ásad huye, Rusia ya no le protege y la insurgencia comandada
por Abu Mohamed al Julani han tomado primero Aleppo y en un par de días Damasco. ¿Qué hace Israel? Pues aprovecha la circunstancia para lanzar más de 300 misiles en territorio Sirio. ¿Qué hace EEUU? Pues aprovecha para lanzar no se sabe cuantas bombas sobre posiciones de milicias islamistas.
Se suspende la legalidad ante una transición política y, claro, se aprovecha, porque durante este raro período ni el pillaje está penado, ni destruir un palacio presidencial acarrea consecuencia alguna ni, por supuesto, lanzar unas cuantas bombas sobre otro país va a ser perseguido por nadie.
Si tiene usted ganas de tirar bombas a otro país o ir a robar coches de alta gama con el beneplácito de los visitantes, y sin ninguna repercusión legal, su país ahora es Siria.
Hay que ir rápido, eso sí, acaban de nombrar un primer ministro y deberá poner orden en todo esto. Parece moderado cuando habla. Su nombre, Mohamed al Bashir. Tanto él como al Julani hablan con conocimiento del lenguaje, forma y mesura. Defienden el respeto a las minorías, hablan de futuro, de instituciones, de ausencia total de revancha, de dar voz a la compleja madeja de etnias que constituye Siria.
La verdad es que el lenguaje no da miedo, al revés, resulta pausado, alejado de la retórica islamista salvaje, y entra muy bien en el discurso sensato del mundo. Eso sí, todo son tíos y la palabra democracia ni la mencionan… Por ahí asoma el demonio.
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